Intentaba pensar en qué función habian tenido en el pasado, para haberse convertido en reliquias del presente.
Me gustaba detenerme siempre en el mismo escaparate donde un cartel anunciaba , "No se quede Usted ahi afuera, entre y mire nuestras cosas!"
Pero yo, aguardaba al otro lado del escaparate,el lado donde mejor se mira y menos se compra; ya que las antiguedades ,además de ser preciosas eran tán caras que ni siquiera me atrevía a olerlas,pero ¡cuántas veces me imaginé tener aquel collar de frutas de cristal que valía nada más.. que 1000 euros!, y lo mismo con el resto,en mi mente ya tenía puesto aquel vestido rosa de seda e iba a cualquier baile cual dama de la época.
Solía pensar " Un día , cuando sea más mayor y rica, volveré a Berlin y entraré en la tienda que tantas veces miré desde fuera muerta de frío, y me compraré este vestido, y el collar incluso"
Otra de las cosas que solía hacer en Berlín era meterme entre la gente que comía y bebía en los mercados de navidad , ellos no lo sabían, pero entre todos me quitaban el frío.Y el olor del mercado era tan intenso que casi al respirar ya me había bebido unos vasos de Gluwein y había degustado las mejores Currywurst
Y cuántas horas pasé en el U-bahn contemplando a la gente , tenía un estudio por edades y hacía comparaciones entre la gente de esa misma edad en mi país y los alemanes que transitaban el metro .
Descubrí que la gente suele dormirse el numero de paradas que tiene entre sitio y otro, y que milagrosamente siempre se despertaban en el lugar correcto , miraban el reloj y salían con sus maletines hacia algun lugar importante.
Yo a veces tambien cerraba los ojos para , como los berlinenses, ganarle minutos de sueño al día, pero reconozco que a cada momento miraba a ver si me estaba equivocando , o si quizás el hombre de en frente me miraba y descubría mi cara de besugo frito, asi que deje de intentar hacerlo
Me llevé de allí un poco del frío que congela las plantas y las flores, los coches, las hojas, los lagos, frío que se asentó en mis labios y nariz, pero un frío que no congeló jamás mi sonrisa de pequeña exploradora de calles y sitios a los que nunca había ido
En Berlín aprendí que vivir sólo, a veces no está nada mal, porque hay muchos placeres que no necesitan ser compartidos, ya que a nadie le gustan tanto sus cosas como a uno mismo. Los pequeños y grandes descubrimientos de cada día, que hacen que el sitio al que vas a conquistar, termine conquistándote a tí y haciendo que todos esos recuerdos , olores e imágenes permanezcan por siempre en un sitio a donde siempre puedes volver tantas veces como quieras , mientras poseas tu memoria....
Weinachtenmarkt |
Antiqueteten SophieCharlotteplatz |
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