No eran unos brazos comunes, de esos ya había demasiados en el mercado .
Ella quería brazos con medida ajustable y única a su cintura, sólo eso bastaba para controlar el nivel de lágrimas, para sentirse segura, para construir una familia , para restablecer un pilar , un soporte, crear la mejor casa, el refugio más seguro.
Unos brazos que hasta hoy no había echado demasiado de menos, pero justo en este momento eran más necesarios que respirar en un 25 de diciembre lleno de lágrimas y comidas a medias.
Y pensaba entre sus dos mantas blancas en sus dos brazos, en cómo estarían...y en cuánto necesitaba esas dos prolongaciones que de cuántos disgustos la rescatarían, cuanto ayudarían en este camino que tantas veces se tuerce y en este día de Navidad que era sin duda, el peor día de Navidad que uno podía tener,
¿Como vas a pasar una buena Navidad sin tus brazos preferidos?
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